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lunes, diciembre 27, 2004


Nunca Más. 


Esto lo tenía guardado de una vez que estaba buscando información para la fuckultad sobre la legendaria casa de té Las Violetas, sita en la intersección de las avenidas Rivadavia y Medrano. El lugar sólo se menciona una vez en el texto (motivo por el cual me lo arrojó como resultado el buscador), pero lo guardé porque me encantó. Es un texto que me gustó mucho, y acá lo comparto:

Recuerdo cierta noche de verano de 1985 cuando en un bar del Bajo, desde otra mesa, alguien me pregunto: "¿Leyó el Nunca Mas?". La voz pertenecía a un anciano que tenía un cuaderno abierto delante de él. Había estado escribiendo, usaba lentes de vidrio muy gruesos y parecía que tuviera dificultades para descifrar sus propias anotaciones. Dijo: "Registran 8960 desaparecidos, hombres, mujeres y chicos, casi 9000, pero seguramente son muchos más y es probable que jamás se sepa la cantidad real". Yo asentí. El anciano insistió. "¿Esa cifra le dice algo? ¿Sería capaz de imaginar 9000 pares de zapatos?" "No, creo que no podría", dije. El anciano se concentró un momento en su cuaderno y volvió a hablar. "¿Sería capaz de imaginar 9000 cuerpos?" Dudé nuevamente, contesté: "Tal vez pueda imaginarse una concentración de 9000 personas vivas, en una plaza, en la calle, en una cancha de fútbol, pero no de otro modo". Y el anciano: "Estuve haciendo algunos cálculos. Intenté pensar en 9000 cuerpos acostados en el suelo, uno a continuación del otro, la cabeza de uno contra los pies del siguiente: ¿Tiene idea de que distancia podrían llegar a cubrir?" "No podría decirlo", conteste. "Supongamos que colocamos el primer cuerpo justo en la entrada de la Casa de Gobierno a partir de los dos granaderos, y desde ahí hacia el oeste, todos los demás; y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿sabe adónde llegaríamos?" "No lo sé". "¿Quiere seguirme en el recorrido?" Asentí. El anciano: "Avanzamos por la Plaza de Mayo, bordeamos el monumento a Belgrano, la Pirámide, los canteros florecidos, desfilamos ante la catedral y su antorcha, el cabildo, alcanzamos la Avenida de Mayo; y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿me sigue?" "Lo sigo". "¿Prefiere que tomemos por la vereda de los números pares o impares?" "Lo que Ud. diga". "Dejamos atrás la Municipalidad, cruzamos Perú, algunas librerías, negocios, bares y alcanzamos la 9 de Julio, ¿estamos?" "Estamos". "En la primera plazoleta pasamos frente a las dos figuras femeninas que simbolizan la Virtud y la Sabiduría: más allá la ridícula caricatura del Quijote; recorremos las últimas cuadras de la Avenida de Mayo; después viene el Pensador, la fuente, las palomas, el edificio del Congreso, el Molino; seguimos por Rivadavia y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿me está acompañando?" "Estoy". "El Café de los Angelitos, negocios, negocios, negocios, el último tramo antes de llegar Pueyrredón y su aspecto de mercado persa; Plaza Miserere y sus árboles, las bajada de Rivadavia, Medrano, la Confitería Las Violetas, bancos, inmobiliarias, agencias de automotores, bocas de subte, testimonios de una ciudad civilizada, Avenida. La Plata, Parque Rivadavia, el monumento a Bolívar, Avenida. José María Moreno, pizzerías, negocios, negocios, negocios y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿me sigue?" "Lo sigo". "Caballito, las rejas de la terminal del subterráneo, Rivadavia que se convierte en doble mano, el cielo que se amplia arriba, los edificios de departamentos más espaciados, Donato Alvarez, Boyacá; y solamente llevamos recorridas unas sesenta cuadras; alcanzamos Plaza Flores, la vieja iglesia, Nazca, mueblerías, casas de antigüedades, los barrios tranquilos que se desgranan a ambos costados de la avenida, las vías del ferrocarril que se entreven a cien metros y nosotros siempre con los cuerpos, ¿los está viendo?" "Los veo". "Cruzamos Segurola y ya estamos a la altura ocho mil quinientos; inmediatamente se suceden una serie de calles de nombres gratos: Virgilio, Dante, Víctor Hugo, Manzoni, Leopardi, Molière, Byron, llegamos al once mil seiscientos de Rivadavia, exactamente la última cuadra antes de la General Paz, se nos acabó la capital y podríamos seguir del otro lado, por la provincia; y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿me estuvo siguiendo?" "Lo estuve siguiendo". "Este trayecto y un larguísimo tramo más es lo que se podría cubrir con 9000 cuerpos". A esta altura el anciano calló. Se sostuvo la cabeza con ambas manos, se dobló sobre la mesa y era como si realmente lo hubiese desecho el esfuerzo de esa caminata. Eso es lo que recuerdo de aquella noche.

"Recordar", de Antonio Dal Masetto. Extraído del diario Página12, 19 de marzo de 1996. © Página12. © Dal Masetto.

Apdéit: Gracias a Lucas ahora pude citar la fuente.


martes, diciembre 21, 2004


Juntada bloguística. 


Casi todos los bloggers que se juntaron ya escribieron incluso Diego que iba conmigo en el auto a la mañana, así que ya tienen todos los puntos de vista. :) La juntada fue de lo mejor, muy buena onda en todo sentido y la orgía partuzera que armamos antes de que me vaya también estuvo excelente. Esto último nunca pasó, pero ¿a que se ilusionaron? :P Me habría gustado quedarme hasta el final y poder apreciar a Gri beber su licuado de banana con recargo de leche entre otras cosas. La próxima te compro yo el licuado así lo tomás solamente enfrente mío Gri (?). Se sacaron unas cuantas fotos con la Mavica de Jase que realmente salieron espectaculares, hubo cine (The Incredibles), Daytona y cementerio. Lo que no hubo fue helado, que me quedé con las ganas así que la próxima no se ustedes, pero yo voy a tomar helado. :P

Bueno, como dije antes ya Jase, Diego, Nadiuska y BeL se extendieron relatando la salida, así que por mi parte no tengo más que decir que lo pasé muy bien.


viernes, diciembre 17, 2004


Embaldosando sentimientos. 


Un cascote. O un baldosón mejor. Sí, un baldosón. En Filtrotec entre otras cosas distribuyen baldosones, de esos que van a los costados de la pileta, que no se calientan con el sol y los pisás y no te quemás. Pero claro, es como en los jueguitos esos donde tenés que equilibrar ¿viste? Le ponés más aguante, pero tenés que sacarle fuerza, u otra de sus cualidades, hasta lograr un balance ideal respecto de para qué uses a tu personaje. Y acá es lo mismo: los baldosones tienen ese tratamiento anti-calor... pero son extremadamente frágiles. Muchas veces un ligero golpecito contra el borde de la Sprinter y se rajan. Sin llegar a romperse, pero quedan así todos con grietas, cosa que a penas los tocás después y se hacen añicos.

Así está mi corazón. Como uno de esos baldosones después de un golpe. Casi a punto de hacerse añicos.


domingo, diciembre 12, 2004


Post furioso. 


Al viernes le faltó azúcar, después se endulzó un poco pero la variación de sabores continuaba.

Hoy no es amargo el post, hoy es furioso porque así estoy. ¿Qué es lo que hay en común con el post anterior? Que sigo sin saber el motivo, lo único que se es que en estos momentos la más mínima pelotudez puede despertar una ira y unas ganas de destruir algo como si hubiéranme tocado el auto.

Estoy bien, normal digamos... pero cualquier pequeñez es capaz de ponerme más loco que de costumbre.

A ver... como para dar un ejemplo, hoy volvía por Rivadavia. Media cuadra antes de doblar a la derecha por Juan B. Justo (sí, se cruzan pero porque no es Capital, es provincia), al lado del McDonald's hay un local de Medialunas del Abuelo. No se a qué hora abren pero seguramente después de las 6 de la mañana, y en ese momento eran las 5:30 aproximadamente. La bronca y mala onda que brotaron en mí no tienen nombre. Tanta que metí el auto con la idea de no sacarlo de nuevo para ir a comprar medialunas en 30 minutos. Y cuando yo tengo ganas de Medialunas del Abuelo, realmente TENGO GANAS.


viernes, diciembre 10, 2004


Post amargo. 


Hoy no hay post loco. Hoy me gustaría que haya pero no hay, porque estuve todo el día así: medio caído, un poco bajón.

Ayer (anteayer miércoles) estaba peor, anoche dormí como el orto y hoy (ayer jueves) me desperté a las 9:40 de la mañana completamente sin ayuda de despertador ni nada parecido. ¿Motivo? Histeria femenina.

El tema a tratar me había sido informado la noche anterior, y me llenaba de dudas, ya que "no es para hablarlo por teléfono". De ahí se puede deducir la hermosa noche que pasé.

El asunto es que el problema no era tal, y si bien quedan un par de asperezas que limar, está todo bastante bien. Sin embargo llegué a casa a las 15:00 más o menos y seguía igual de deprimido.

Quizá era porque se largó a llover. Maldita lluvia, encima de arruinar la limpieza que efectué hace unos días al auto, me hace parar para colocar las escobillas limpiapararisas y, por si fuera poco, me deprime.

Bah, los días grises me deprimen. Después se despejó... pero oh sorpresa, R seguía igual.

Y aquí estoy, con el ánimo subiendo y bajando constantemente y sin saber por qué.

Al menos es mejor que estar deprimido todo el tiempo.


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